
El Cocuy
Antes del descubrimiento de América, la planta de Cocuy representaba para nuestros aborígenes el sustento y la vida, prueba de ello son los innumerables testimonio de viajeros que dejaron como legado en sus crónicas, los diversos y múltiples usos de esta noble especie, que entre otras cosas, era usada para extraer su fibra y producir artesanía, además de obtener una excelente bebida espirituosa fermentada, que posteriormente fue denominada de forma tradicional Cocuy o Cucuy y que luego fue asimilada por el colonizador, constituyéndose en una expresión de la cultura hispánica colonial.
En Venezuela la elaboración de alcoholes para el consumo humano, comienza prácticamente con el nacimiento de la Capitanía General de Venezuela. Es a partir del 4 de octubre de 1821, cuando el Congreso de la Gran Colombia emitió una ley refrendada por el Libertador, donde declaraba esta actividad como fuente de riqueza, tanto pública como privada y eliminaba el monopolio de la producción. Esta ley junto a otra dictaron posteriormente la transformación de la industria de aguardiente en una actividad legal y en consecuencia impulsaron su desarrollo como actividad económica. Esto permitió que la elaboración de la bebida de Cocuy, se viera favorecida y que muchos productores registraran sus empresas para producirlo, llegando a constituir una importante fuente de ingresos económicos, no sólo para las personas que lo producían sino también para la economía del estado, ya que para la época era una industria que manejaba volúmenes importantes de producción, pagaban grandes cantidades de dinero en impuestos, era fuente de empleos y generaba desarrollo en las comunidades adyacentes; muchas de las comunidades actuales del semiárido del estado Lara se fueron a las cercanías de los alambiques.
En los años 50, la Ley Nacional de Licores sufrió algunas modificaciones, que ocasionaron que el Cocuy como bebida alcohólica pasara a la clandestinidad, debido a que la mayoría de los productores artesanales no podían cumplir con las normas establecidas, esto significó persecución y encarcelamiento de los productores por parte del gobierno central; sin embargo, esto no fue motivo para que la actividad desapareciera.
A Partir del año 2000, en un decreto emanado por la gobernación del estado Lara se declara como patrimonio cultural del estado a la planta de Cocuy, con la actividad comienza a tener permiso de legalidad y en el año 2002 el Consejo Legislativo del estado Lara publica la Ley de Protección y Desarrollo de la Planta de Cocuy (Agave cocui Trelease), que persigue regular el desarrollo integral y sustentable de la planta de Agave Cocui Trelease como actividad económica en el estado Lara y proteger como patrimonio cultural, las tradiciones, expresiones, conocimientos y la producción de sus derivados.
La legalización de la industria estimuló a su vez el aprovechamiento de otros derivados del Agave, como son: La producción de fibra llamada comúnmente dispopo o hipopo, con la cual fabrican marusas, mecates, cinchas, chinchorros, sacos y otras artesanías (Consejo Legislativo Estadal, 2002).
Orígenes del Cocuy en el Municipio Urdaneta
El Cocuy producto de la planta Agave Cocui se conoce y se destila en el municipio Urdaneta del estado Lara, específicamente en la Parroquia Siquisique y Xaguas antes de la llegada de los españoles y se dice que fueron los indios ayamanes, los xaguas y los jiraharas los primeros en producir el cocuy de penca.
El municipio Urdaneta es el segundo en extensión territorial en el estado Lara, uno de los municipios más deprimidos del país, el primero en pobreza crítica a nivel nacional y ocupa el quinto lugar en Latinoamérica. Existe un 77% de las personas que viven en el área rural y el 50% menor de 15 años, dedicados al trabajo del campo y viven en condiciones precarias. La producción del Cocuy es la actividad económica que sostiene un número importante de pobladores del área rural y ha sido la fuente de ingresos que fue pasando de generación en generación.
Aunque ésta es una actividad ancestral, las generaciones de hoy recuerdan los primeros alambiques que se fundaron en la zona fue en 1923 cuando Bartolo Vargas hizo el suyo en las Cocuizas. Después, en 1928, “un señor de apellido Pacheco” instaló un alambique en el caserío Cauderales. “Aproximadamente en 1930, el musiú Emilio creó otro en el caserío El Roble, le siguió el musiú Chiclet en Aguada de los Perros, y en 1935 Desiderio Meléndez en Urucure Arriba”. Luego vinieron los de Rufino Meléndez, Ramón Meléndez, Andrés Salazar, Braulio Salazar y Jóvito Meléndez.
Hasta hace muy poco quienes elaboraban el Cocuy debían esconderse, como si fuesen delincuentes, incluso algunos de ellos fueron presos por el terrible delito de producir una bebida ilegal, por demás estimulante. “En la época de Pérez Jiménez existían sólo dos alambiques legales, en Buena Vista y Guanarito, los demás lo hacían de contrabando y eran perseguidos, encarcelados, incluso llegaron a asesinar a personas que viajaban con cuatro garrafas” relata Alfonso “Foncho” Salazar.
Pero la actividad, de gran riqueza artesanal se mantuvo, con la convicción de sus hacedores de estar prolongando una valiosa herencia cultural.
Los productores ubicaban los alambiques en sitios muy escondidos y estratégicos, sin embargo, eran descubiertos por el humo de los hornos y el ollón y ahí venía el desmantelamiento y la prisión. En 1994 se produjo un decreto de la gobernación de Lara que permitía transportar hasta 100 litros del licor, con lo que cesó la persecución.
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